domingo, 21 de julio de 2013

DIOS DE LA NICOTINA (poema)


 
DIOS DE LA NICOTINA

 

Fumo un cigarrillo

mojado por otros labios

mientras el sol

se pone en el horizonte.

Su ceniza mancha

mis pies mientras

el rumor azul del océano,

se lleva una tierra

perdida en otro cuerpo,

nunca el mío.

¿Dónde está mi arena?

¿Dónde mi cigarrillo húmedo?

¿Dónde mi sol naciente?

 

Todo huele olvido en esta playa.

Las conchas lloran entre

rocas malhumoradas.

Alguien llamó a la luna,

que no cumplió sus órdenes.

La monotonía engreída lo anega todo

 y duele horrores escucharla

entre tanta bruma de recuerdos marchita.

 

Le doy otra calada.

¡Me hipnotiza el naranja llameante!

Lo miro fijamente mientras su

ardor prendido me incita a confesarme.

¡Perdóname humo porque he pecado!

Quiero confesar que sueño,

que vivo alegre

prestada en otra existencia,

que, pese a todo, me siento viva.

 

Me castiga rezando diez

veces un “Te quiero”,

pero olvidé la letra y la tonada.

¡Me castiga con su llama!

Suelto los restos mojados

lanzándolos con rencor al suelo.

 

¡Que cruel es el Dios de la nicotina!

 

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