miércoles, 26 de junio de 2013

VIAJE A MADRID (relato)



Trabajaba en una empresa de administrativa el departamento de publicidad que tenía sede en Barcelona y la central estaba en Madrid. La situación era cada vez peor por culpa de la crisis y necesitábamos que la feria de Madrid fuera todo un éxito. Nos reunieron a la división de Barcelona de publicidad con la de Madrid.

 

Nos fuimos a Madrid el primero lunes de octubre. Los compañeros estaban muy alterados pues se creían que sería como una competición para decidir si era mejor el departamento de publicidad de Madrid o el de Barcelona. Nadie colabora entre si ni siquiera del propio departamento. Se convirtió en una lucha individual por ser el mejor.

 

El miércoles de esa misma semana la tensión se podía respirar en el ambiente. Tuve la mala suerte de tropezar sin querer y derramar las botellas que llevaba para la reunión de la presentación de las propuestas para el stand. Se derramó toda el agua por los bocetos dejándolos casi inservibles. Empezaron a gritar sin sentido todos contra mí. ¡No era para tanto! Me dije para mi misma pero,… los gritos siguieron hasta desmoralizarme por entero. Me fui al baño para poder llorar a solas. Cerré la puerta de uno de los baños y me desfogué llorando.

 

-         Hola,… ¿Estás bien?

 

Una voz masculina sonaba a través de la puerta.

 

-         No mucho. No es una buena semana.

-         Oye,… ¿Por qué no sales y me lo explicas? Anda,… no me gusta escuchar a una mujer llorar. – me dijo la voz de un hombre desde el otro lado.

-         No nos conocemos y… no sé si podría salir ahora que tengo los ojos rojos y la nariz como un tomate. – le respondí amablemente.

-         Bueno, me llamo Jaime y si te sirve de consuelo, hablaremos de espalda hasta que te serenes y así no veré tu rostro. ¿Qué te parece?

 

La ocurrencia tan rara me hizo reír y salí. El ya estaba de espaldas y yo también me puse de espaldas a él. El se acercó contra la mía hasta que estuvimos una contra otra.

 

-         Me llamo Laura y vengo de la división de Barcelona del departamento de publicidad.

-         ¿Por qué llorabas Laura? ¿Qué ha pasado para encerrarte? – me dijo él con tono preocupado.

-         Se me cayeron las botellas de agua sobre los bocetos del stand y se pusieron a gritarme todos como energúmenos. Quieren ganar a sus compañeros y no se dan cuenta de que todos estamos aquí por lo mismo – mis ojos se volvían a humedecer.

-         Una chica tan guapa no debería llorar por eso…

-         Ya.

-         ¿Cansada?

-         Mucho,… y tremendamente nerviosa. Esto no puede ser normal. Tanta rivalidad, tanta… tontería.

-         ¿Puedo agarrarte la mano? – lo dijo mientras acercaba su mano a la mía. Le cogí la mano yo y sentí una descarga sensual increíble. Él lo noto.

-         ¿Quieres que nos tapemos los ojos? – dijo él.

-         Porque no. – Se quitó la corbata y tapó sus ojos con ella. A mi me quitó el pañuelo que tenía al cuello y tapó los míos al tacto.

 

 

Cuando teníamos los ojos vendados ambos, sentí como cerraba el pestillo general del baño. Y luego sus labios empezaron a besar los mío. ¡Necesitaba desfogar mi cuerpo! Empecé a devolverle el beso y apresuradamente, empecé entre las oscuridades de mis ojos, deslizar mis manos por dentro de su camisa.

 

Alcancé sus pezones con mi boca y los succioné y mordisqueé con mucho placer. Me encantó oírle gemir de placer. Mis manos se deslizaron hasta su pantalón y le quité el cinturón. Baje su bragueta y saque su sexo enorme. Quería saborearlo pero el me dio la vuelta y me levantó la falda. Sentí como sus manos me despojaban de la blusa y abría mi sujetador para deslizar sus dedos por mis pezones. Yo gemía de placer. Ladeo mi braguita con una mano mientras con la otra seguía acariciando mis pechos. Sentí su pene adentrarse en mi sexo y con cada embestida me volvía loca. Perdí la noción del tiempo y de donde estaba y me dejé llevar por el deseo, por el placer, por la liberación de sentirme poseída por entero. Poco a poco fue deslizando sus dedos por mi trasero mientras yo me seguía corriendo una y otra vez. Noté como se adentraba muy poco a poco en mi ano y, aunque jamás lo había probado, me encantaba sentir sus dedos dentro de mi culo. No paraba y con suavidad seguía adentrando uno y otro de sus dedos. Su mano se dedicó a deslizarse por mi clítoris. Yo creía que iba a morir entre jadeos incontenibles y placer extremo cuando me penetró el culo con su pene. ¡Fue genial! No me dolía y además estaba proporcionándome un placer jamás disfrutado.

 

-         No pares, no pares, no pares,…

 

Le gritaba mientras no sabía por donde sentía ya los orgasmos que me venían y me hacían perder poco a poco, el sentido. Su sexo estaba durísimo y yo no podía aguantar más. Sentí como se derrumba dentro de mí y perdí la consciencia de placer.

 

Cuando recobré el conocimiento estaba en un despacho encima de un pequeño sofá.

 

-         ¿Estás bien Laura? – me dijo la voz de Jaime que venía hacia a mi con un paño mojado en agua.

-         ¿Ha sido todo un sueño? – dije medio trastornada.

-         Para nada. Pero ahora,… descansa. Cuando te encuentres bien nos iremos a comer para que repongas fuerzas.

-         No puedo, tendría que estar trabajando,…

-         Hoy no, le he pedido fiesta a tu responsable. Le dije que te encontré desmayada en el suelo del baño y te ha dado fiesta. Puedes quedarte conmigo o irte al hotel, lo que desees.

-         Me quedo contigo.

 

Al cabo de un rato salimos a comer y luego, cara a cara, volvimos a disfrutar de nuestros cuerpos una vez más. ¡Fue genial! Ya estoy esperando que llegue la noche que hemos quedado para cenar y si todo va bien, para seguir disfrutando intensamente del placer.

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