jueves, 6 de junio de 2013

QUAN ERRADOS ESTAMOS DE LO QUE VEMOS



 

Hace unos cuantos días fui a caminar una ruta de GR (gran recorrido) con un amigo. Días atrás empezamos otra que tuvimos que dejar por el mal tiempo. Andando, disfrutando del paseo, nos encontramos con ciclistas, corredores y con caminantes como nosotros.

 

Un tramo del recorrido que hicimos coincidía con una carretera que había que cruzar con dos carriles. En ese lugar, a varios lados de la carretera, se ponen de vez en cuando, mujeres que venden su cuerpo por dinero a cambio de favores sexuales. Delante de nosotras había dos chicas muy majas que caminaban. Al cruzar la carretera, una de ellas tuvo que volver atrás pues se le había caído algo, y su acompañante, amiga o lo que fuera, se quedó al otro lado de la carretera sola. La chica llevaba una camisa de tirantes blanca normal de mujer y un pantalón short color turquesa con unas deportivas blancas. A su espalda llevaba colgada una maquila también turquesa, de esas que sólo cabe la botella de agua o de refresco para reponer sales minerales y poco más. Se paró a su lado un coche de una marca muy conocida de las caras. Le dijo que cuanto… La chica no tenía ni idea de que se trataba y le respondió que cuanto que. El del coche le insistió que cuanto por mamarla y la chica se puso de todos los colores. Cuando vio que nosotros íbamos a cruzar arrancó el coche y se fue. La chica quedó como en estado de shock y nos miraba con mirada suplicante para que nos acercáramos. Lo hicimos y nos quedamos a su lado, sin decir nada porque todo lo habíamos escuchado, hasta que llegó a su amiga. La miró y se echo a reír. ¿Qué ha pasado? Le preguntó esta y le contó lo que le había pasado. Dieron media vuelta y se fueron de regreso por donde habían venido asustadas ella por lo sucedido y la otra chica, al ver lo mal que lo estaba pasando su amiga por un error.

 

Retomamos el camino y durante un largo rato tanto mi amigo como yo permanecimos callados. No se que pasaba por su mente pero se muy bien lo que pasaba por la mía: ¿Cualquier mujer joven con ropa veraniega y buen cuerpo, parada en una carretera de paso, es una puta? ¿O es que aquel simio llamado hombre con recursos, al sentirse superior aún no sé porque, quiso porque podía, hacer daño a una persona bella e inocente? Mi mente estaba cavilando para encajar las piezas en un sudoku mental el cual no cuadraba de ninguna manera. Es difícil ser una mujer, con ropa ligera o no, en un mundo de hombres. Pero cuesta más sobrevivir a las ofensas de esos hombres que dejan de serlo por momentos por liberar sus instintos. Yo no me reprimo pero quizás el verbo reprimir debería conjugarse más a la hora de parar un coche y ofender, sin sentido, a una mujer joven que caminaba con ropa ligera de paseo.

 

Hoy, que aún estaba mi mente encajando el sudoku de aquel día de forma no tan activa, he visto a un par de hombres mayores sentados en los borales de una carretera parecida a la de aquel día. Ellos estaban sentados, en lo que parecían una especie de carros de huerto. Estaban allí, descansando, y por un momento en esta mente mía que me traiciona a veces sin motivo, me pregunté… ¿Cuánto cobrarán ellos por sus “servicios”? ¿Por qué no se les trataba a ellos como putos? ¿Por ser mayores? ¿O por ser hombres? Incluso más adelante, dos más venían caminando y se pararon y uno de ellos no llevaba camisa y me dije a mi misma… ¿Eso no es una forma de vender su producto (en este caso, su cuerpo)? O yendo más al límite,… ¿Están intentado provocarnos a nosotras las mujeres con sus artes de maduritos maduramente maduros?

 

En fin, seguro que me quedaré con la intriga porque no paré para decirles,… ¿Cuánto? Pero pese a todo, seguro que más de uno, le daba un infarto sólo con la pregunta y no quiero tener en mi conciencia la muerte de varios ancianos por una pregunta un tanto incoherente incluso dicha en broma.

 
MORALEJA: Charles Baudelaire dijo: “La vida es un hospital donde cada enfermo está poseído por el deseo de cambiar de cama”.

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