martes, 21 de mayo de 2013

LA CARTA (relato)


 

 

Querido Rupert,

 

Hoy me he levantado sobresaltada de la cama a una hora muy temprana pero es que el sueño que he tenido esta noche no era para menos.

 

Iba a trabajar pero no era la empresa en la que trabajo. El día había sido frenético y por la tarde mucha gente tenía un curso de no sé qué. El sol entraba por la ventana y quemaba, era cálido y te invitaba a fantasear. Empecé a notar que mi cuerpo empezaba a revolucionarse. Mis pezones se pusieron erectos, toda mi piel estaba tan sensible que el soplido propio de aire acondicionado la ponía a mil, mi sexo se empezaba a humedecer con una velocidad pasmosa. La tensión sexual era tanta que me fui a uno de los despachos que había vacío con la intención de aliviarme. Cerré la puerta tras de mi y me desabroche la blusa para dar a mis pezones alivio. Toqué toda mi piel suave y lentamente con cuidado de mis gemidos no se oyeran. Desabroche mi pantalón y deslice mi mano primero por fuera de la braguita comprobando que no había sido un sueño sentir como me iba mojando. Metí mi mano por dentro de la braquita, con los pechos ya fuera del sujetador inflamados de deseo y empecé a darme más alivio a mi sexo que grita queriendo más. Cuando llegué a uno de mis primeros orgasmos la puerta se abrió de golpe. Alguien curioso había entreabierto la puerta y había observado la escena desde la distancia hasta que el deseo tampoco le dejó más salida que entrar para consolarnos mutuamente. Quise parar, recomponerme pero ya era tarde,… necesitaba sentir el bulto que había creado en los pantalones de aquel hombre entre mis piernas y saciar mis ganas. Se bajó el pantalón, se sentó en una silla de su propio despacho y me dejó que me pusiera encima para saciar mis ansias y las suyas. Me movía acompasada por sus gemidos, por los míos y el hecho que los de fuera lo escucharan sólo inflamaba nuestro morbo que iba en aumento. Yo me derramaba una y otra vez moviendo mi cadera en círculos, de adelante a atrás dejándome llevar por su miembro que cada vez estaba más y más duro llevándome al nirvana del placer. El me agarró por el trasero y pude sentir todo el calor de su orgasmo inflamar mi sexo ardiente con su esencia. Todavía encima de él sudada y habiendo satisfecho mi apetito sexual le dije: ¿En cuanto tiempo te puedes reponer para volver a empezar? Me miró, sonrío con una sonrisa malévola y,… me desperté.

 

Ha sido tan fuerte, como todos los sueños que te he ido contado hasta ahora que al levantarme he tenido que ir al baño para serenarme y sobretodo para recomponer mi sexo que verdaderamente era una fuente.

 

Un abrazo Rupert y suerte que estás ahí para escucharme.

 

Tú amiga,

 

 

APW

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