miércoles, 29 de mayo de 2013

CUARTO OSCURO (relato)



 

Lleva mucho tiempo sumida en la monotonía de una relación estancada.

 

Salí del trabajo después de un par de meses muy duros y los pasos me llevaron a una cafetería del centro. Me senté en una mesa, pedí un café con leche y lo bebí lentamente intentando relajarme.

 

En la mesa de al lado una pareja se reía y conversaba distendidamente. Deseaba poder disfrutar yo también de la tarde y no seguir pensando. Salieron de la cafetería y cruzaron la calle hasta una entrada grande que había enfrente, con una puerta de color marrón. Les abrieron desde dentro y eso llamó más mi curiosidad que el hecho de que ningún cartel dijera que era aquel lugar. Pagué y cruce la calle. Había un timbre. Llamé. Una chica abrió la puerta que estaba cerrada con llave. Me miró sorprendida. Me dijo que pasara. Entré y en la barra había un par de chicos tomando una copa. Era un local con poca luz. Pedí un refresco y la chica me preguntó si era la primera vez que estaba allí. Le dije que si. Me explicó que no podía pasar sola al interior. Me dio una llave con un número y, sin saber todavía donde me había metido, cogí mi vaso y empecé a beber.

 

Pasaron diez minutos y no paso nada. Estaba pensando en irme cuando un señor entró y pidió un gintonic. Era un hombre alto, corpulento, elegantemente vestido, con gafas y perilla. Me dijo si quería tomar algo y acepté. Me preguntó que como me llamaba y que si era la primera vez que iba a ese lugar. Yo le dije que era la primera y, entre la negrura de aquel lugar, pude ver un destello en sus ojos que se encendía como puro fuego.

 

Se acercó a mi para susurrarme que no tuviera miedo pero que si sabía donde estaba. Le dije que no tenía la menor idea y que había decidido entrar por la pareja que había a mi lado en la cafetería. El me sonrió y me dijo que esta en un pub liberal donde las parejas,… se dedican algo más que caricias comedidas y besos. Me quedé blanca. El notó que no sabía nada y me dijo que no preocupara. Que podía acabar mi copa e irme que nadie me diría nada. Pero que si deseaba dar un paso adelante,… el me acompañaría gustoso dentro y me enseñaría lo que había mas allá de aquella barra. Tenía miedo pero mi deseo que no ser por una vez una más del montón que trabaja y deja su vida escapar entre reuniones familiares y charlas absurdas de trabajo, era mayor que mis temores. Accedía traspasar aquella zona que parecía prohibida.

 

La luz de unos lavabos al entrar, dejaban ver unas taquillas. Luego, la penumbra lo cubría todo exceptuando unas luces difuminadas por todo el local. Habían varios lugares con asientos en forma de pequeños sofás y mesas bajas. Las personas iban sin ropa y se dedicaban a los placeres carnales entre televisores con películas porno. Quise salir corriendo pero,… deseaba ver más. Volvimos a las zonas de las taquillas y me agarró por detrás. Me besó la nuca y empezó a despojarme de mi ropa. Jamás me había sentido tan húmeda que con aquel fugaz roce. Nos quedamos desnudos. Cogió mi mano y fuimos a uno de los asientos de aquella sala. Nadie nos miraba y empezamos a dejarnos llevar. Bajó su boca a mis pechos y empezó a lamerlos como jamás me los habían lamido. Yo empecé a acariciar sus pezones y pude ver como se estremecía poco a poco de placer. Su sexo estaba duro. Deseaba acariciarlo, lamerlo, morderlo,… pero el me cogió la mano y me llevo a una sala que le llamaban cuarto oscuro. Sólo me dijo que no me soltaría, que no tuviera miedo, pero que me dejara llevar. Entramos en una zona totalmente oscura y sentí como me besaba la boca fogosamente. Su lengua jugaba lascivamente con la mía cuando unas manos suaves y delicadas, empezaron a acariciarme la espalda. No eran las suyas pues una me cogía la mano y la otra, agarraba mi cintura. Alguien, posiblemente una mujer, me estaba tocando. Me dejé llevar cuando noté que otras manos, más ásperas, bajaban por mi barriga hasta mi monte de Venus mientras su cuerpo, el de un hombre, estaba a mi lado con su sexo erectamente deseoso. Cogió mi mano libre y la bajó hasta su pene y empecé a acariciarlo suavemente. La boca de mi acompañante seguía dedicándome increíbles movimientos excitantes de lengua hasta que, con gran destreza, me giró y me dejó cara a cara con el otro hombre y él a mi espalda. Sentí su sexo firme apretarse contra mi culo. Eso me puso aún mas caliente. Poco a poco, introdujo su sexo en mi trasero mientras yo seguía dando placer con mi mano y recibiendo caricias desconocidas de una mujer. Una boca, otra diferente, alcanzó mis pezones y empezó a lamerlos entre mis gemidos de placer al ser embestida una y otra vez por aquel hombre increíblemente lujurioso. Yo no podía dejar de suspirar de ansia contenida, casi reprimida y liberada magistralmente, por cuatro personas desconocidas para mí. Me derramaba una y otra vez entre orgasmos orgásmicos.

 

No puedo recordar cuanto tiempo estuve allí dentro, ni cuantas manos llegaron a satisfacer de goce todos los rincones de mi cuerpo. No recuerdo caras, ni nombres, ni apellidos. No recuerdo nada de ellos y de ellas. De lo que si me acuerdo es que por primera vez mis ganas habían estado completamente satisfechas. No fue uno, ni hombre, sino varios y eso, sólo de pensarlo, me excita y me hace tener ganas de volver a probarlo. ¡Deseo que sea pronto! Espero disfrutarte a ti la próxima vez.

1 comentario:

  1. No está mal aunque la realidad de un cuarto oscuro en un pub liberal tiene otros detalles mucho más morbosos como la reja que separa de lado de los chicos y el hecho de que una mujer si puede entrar sola a la zona mas privada, mientras que los chicos solos generalmente no

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