martes, 9 de abril de 2013

UNA NOCHE MUY OSCURA (relato)



Era una noche muy oscura. Caminé desnuda, descalza, sigilosamente hasta su habitación. Él estaba dormido. Podía sentir su respiración acompasada y tranquila. Camine hacía su cama y me tumbé sin que se diera cuenta a su lado. No se veía nada pero con el primer roce me di cuenta que él también estaba completamente desnudo cubierto sólo por una sábana muy suave. Él dormía de lado. Empecé a acariciarle el pelo, su sedoso pelo corto. Luego baje mi mano dócilmente por su brazo derecho. Sentí que se estremecía y suspiraba pero aún seguía dormido. Me fui deslizando lentamente hacia su cuerpo para acoplarme extremadamente cerca de su silueta. Pasé mis dedos por su cuello. Los deslizaba arriba hacia su oreja haciéndole casi cosquillas pero no se despertaba. Supongo que se pensaba que era un sueño. Acerqué mi boca a su cuello y empecé a besarle. Se despertó de golpe casi asustado pero le abracé para que se tranquilizara y seguí besándole en el cuello. Empecé a escuchar unos leves suspiros de placer. Se giró un poco y su pecho quedó a merced de mis manos. Deslice mi lengua por sus pezones,… primero el derecho, luego el izquierdo mientras mis manos no dejaban de acariciarle sin cesar haciéndole suspirar cada vez más fuerte. Estaba excitado y yo también. Me puse a horcajadas encima suyo y su miembro me penetró de forma sublime. Me deslicé con las caderas primero hacia adelante y hacia atrás. Sus gemidos de placer me excitaban cada vez más. Me derramé por primera vez en su sexo palpitantemente erecto. Seguía moviéndome de forma acompasada ahora rotando mis caderas. Note como él se incorporaba y buscaba mis pechos con su boca mientras sus manos agarraron fuertemente mis nalgas. Su lengua empezó a lamerme los pezones y yo me volvía a derramar encima de su sexo. No paraba de moverme, de notar que su polla se endurecía con cada movimiento, que sus gemidos eran cada vez más y más intensos,… Yo me mojaba cada vez más, mi cuerpo se estremecía con la fuerza de su músculo masculino que seguía fuerte, erecto, vibrante. Gemíamos casi al mismo tiempo hasta que sentí un fuerte ardor en mi sexo. Luego yo,… al sentir ese calor, tuve uno de los mayores orgasmos que había tenido nunca. Me abrazó y sentí su cabeza entre mis pechos. Estaba un poco mareada y él seguía dentro de mí. Su sexualidad, pese a la descarga, seguía erecta y eso me seguía excitando. Bajé mi boca buscando la suya. Sus labios eran cálidos y su lengua pronto empezó a arder junto a la mía. Me bajé de su sexo y me giré para sentir sus labios recorrer mi cuello hasta llegar a mi nuca. Grité de pura emoción pues todo era tacto, placer, lujuria,… Los ojos no veían nada y eran como si nuestros cuerpos supieran dónde estaban los cuerpos el uno del otro. Estábamos los dos encima de la cama de rodillas, el pegado a mi espalda besándome, acariciándome toda. Me incliné un poco con un gemido y sentí su sexo adentrarse en mi trasero. Estaban tan excitada que llegué al orgasmo con la fuerza de su primer empujón de su sexo contra mis nalgas. Seguía penetrándome una y otra vez mientras sus manos estaban en mis caderas. Gemía una y otra vez. Yo me mojaba más con cada gemido suyo y los míos ya no eran gemidos, eran como suplicas placenteras para que no parara nunca, para que siguiera, y siguiera, y siguiera dándome placer sin límites. Sentí de nuevo el ardor anterior esta vez en mi culo con su gemido bestial de placer absoluto. Seguía dentro de mí esperando que yo obtuviera otro pues su miembro,… seguía erecto, fuerte, muy duro. ¡Eres incansable! Pensé mentalmente y sentí como sonreía como si hubiera sido capaz de haberme leído el pensamiento. Entonces escuché en mi oído,… ¡Tú eres la insaciable! Eso me puso los pezones completamente duros otra vez mientras mi sexo se estremecía por el goce de un susurro lascivo e intencionado. Busqué su boca de nuevo entre la oscuridad y le tumbé besándole. Busqué sus manos que seguían deslizándose por mi cuerpo. Empecé a lamerle los dedos y eso le hizo estremecer de placer. Bajé mi boca buscando ahora su sexo y empecé a lamerlo lentamente. El gemía de placer y yo, tumbada en la cama, notaba como la suave sábana estaba en una posición perfecta para frotándome con ella mi clítoris moviendo mi pelvis mientras me deleitaba saboreando su sexo. Jugueteaba lamiendo su glande con la punta de mi lengua, sintiendo como sus gemidos me alborotaban más y quería mover más la pelvis para seguir notando aquel trozo de tela dándome delectación entre mis piernas, en ese punto delicioso que me hacía gemir cuanto más le oía, cuanto más me frotaba, cuanto más sentía su polla deslizarse por mi boca,… Sentí por tercera vez el ardor de su esencia en mi boca y yo, con su estremecido gemido de placer, con el roce de mis caderas en aquel tejido, llegué a un orgasmo increíblemente bestial que me hizo gritar como nunca de éxtasis.

 

Cayó rendido en la cama por fin y me abrazo. Cuando se durmió intenté salí a hurtadillas de la habitación pero justo cuando alcancé la maneta se acopló a mi cuerpo y no me dejó salir de la habitación oscura.

 

 

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