domingo, 7 de abril de 2013

¿POR QUÉ ME HABLÁIS SEÑOR COMO SI FUERA UNA LOCA? (poema)


¿POR QUÉ ME HABLÁIS SEÑOR

COMO SI FUERA UNA LOCA?

 

No me resigno a ser una más.

Si alguna vez existió

entre vos y mí esa mirada

que yo imagino cada día en mi celda,

si alguna vez murió entre

mis ganas un beso de vuestra boca.

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

No me resigno a ser la otra.

No busco ser la primera,

ni la última, ni la tercera.

Quiero que mi yo sea

vuestro por entero cada noche,

en cada delirio, en cada grito

que vuestra alma

expulse de rabia, de deseo.

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

No me resigno a ser tu amante.

Antes de ella estuve yo

y después también.

Estuve entre ella,

su recuerdo y el suyo.

Estuve cuando creíais que no estaba,

cuando no me pensabais,

cuando creíais haberme despistado

e incluso, una vez más.

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

No me resigno a ser tu esposa.

No hay anillo que encaje en este dedo,

ni inscripción amorosamente bella

que me retenga a vuestro lado.

No hay jergón callado.

No hay sabanas blancas

para mi en vuestro lecho

(ni siquiera existe vuestra cama para mí).

No hay ropajes inmaculados,

ni castidad guardada,

ni rubor virginal en mis sombras.

¡Bien conocéis cada pliegue

de mi cuerpo por entero!

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

No me resigno a ser nada.

Bajo este mes de marzo

que se me escapa por la espalda,

imprimiste con tus huellas

lo que fui, lo que soy,

lo que siempre seré para ti.

Mi piel son pergaminos

grabados por vuestros dedos,

las tablas sagradas de un amor cobarde.

¿Tiene la nada por

segundo nombre el vuestro?

¿Tiene la nada el apellido

que me regalasteis?

¡No lo creo!

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

Decirme adiós si lo deseáis.

No permaneceré

encerrada mucho tiempo.

Alguien conocerá mi amor

y vuestra injustificada renuncia de él.

Alguien llamará un día,

me quitará esta extraña camisa prieta

que me ajustó vuestro pánico manifiesto.

Alguien vendrá a salvarme

de esta prisión para locos.

Pero decirme señor,

decirme sólo una cosa,…

¿Quién os salvará a vos de vuestra

paradójica demencia oportuna?

Tener por seguro una cosa:

esa,… ¡Nunca seré yo!

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