martes, 19 de marzo de 2013

SÓLO UN E-MAIL (relato)


 
Estaba muy liado en el trabajo, como siempre pero mi trabajo me encantaba y eso no me importaba. Un día uno de mis clientes despistados llamó a una compañera de otro punto de trabajo que estaba a unos kilómetros de distancia de dónde yo trabajaba. Ella, amablemente, me envió un correo y pude ponerme en contacto con mi cliente. Para agradecerle el gesto y ya que el cliente me había dicho que había dicho que la chica había sido amable, le respondí con un e-mail diciéndole que gracias y que el cliente estaba triste ya que en vez de hablar con una chica simpática tenía que hablar conmigo. Ella respondía algo, que por su juventud, no lo encajé muy bien. Respondió: Vaya, sólo una voz,… se llevaría un chasco cuando me viera. Le respondí y después de ese e-mail hubo otro, y luego otro, y luego otro y a lo tonto fuimos empezando a lubricarnos los ojos, los oídos, las mentes hasta que un día,… quedamos para vernos. Fue algo fugaz pero intenso a la vez: miradas cómplices, roces que nos hacían estremecer los cuerpos y un tirón fortuito en el tanga negro que yo llevaba puesto,… hizo que fuéramos un poco más allá.

 

Un día quedamos en lugar lejos de las miradas de todos y los labios encontraron consuelo los unos en los otros dejando que las lenguas se anudaran junto al placer y el deseo.

 

 

¿Ir más allá? Porque no. Cogimos uno de los coches y nos adentramos en la autopista. Yo conducía y sus manos se deslizaban por mi cuerpo. Mi excitación iba en aumento cuando ella desabrochó mi pantalón y empezó a acariciar mi sexo por encima del slip. Sentí incrementar mi excitación a la vez que mi pene crecía. El coche iba cada vez más rápido. Eso nos excitaba a ambos.

 

Su boca se acercó a mi sexo.

 

 

Con sus dientes bajó el slip y se introdujo toda mi virilidad creciente en su boca.

 

 

Succionaba mi pene de forma magistral.

 

 

Yo intentaba disfrutar intentando mantener mi mirada en la carretera. No podía. Su boca era magistral, se movía de forma acompasada y me llevaba al éxtasis supremo. Empezó a morder mi glande totalmente erecto. ¡¡¡Creí morir de placer!!! Me lamía todo el nabo arriba abajo, arriba abajo, sin dejarse ni un centímetro. Sentí como recorría un tremendo escalofrío de placer por todo mi cuerpo. Un grito ensordecedor cuando llegue al orgasmo me dejó casi sin sentido. Como pude, salí a un lateral y entre convulsiones orgásmicas, llegué otra vez a derramarme en su boca. Apenas tenía fuerzas. Me había dejado vacío. ¡¡¡FUE ALGO INCREÍBLE!!!

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