domingo, 3 de marzo de 2013

SANGRE HORCHATADA (escrito)


 

Me enamoré,… lo reconozco. Cometí el mismo error que todas aquellas pánfilas de las que me había burlado una y mil veces (yo que siempre había odiado a esas niñas cursis que se callaban y aguantaban la respiración cuando pasaba por su lado ese chico que les hacía temblar hasta las fotos de la carpeta, me encontraba a mi edad, aguantando la respiración y deseando que ÉL pasara por mi lado para escuchar hasta el golpeteo hipnótico de sus pisadas al caminar).

 

¿De quién me enamoré? Pues de alguien que en aquel momento me trasmitió una ternura y una complicidad buscada durante mucho tiempo sin ser consciente de ello.

 

Lo conocí en el trabajo pero no era un compañero (siempre había tenido claro que ni con los clientes de una empresa, pese a lo excitante que eso podía llegar a generar en alguna mete calenturienta, ni con los jefes por muy apasionante que le pareciera a más de una montárselo con un superior, ni con un compañero de empresa por mucho morbo que diera hacerlo en el lavabo de la empresa o en el vestuario de los tíos en la ducha,… eso no iba conmigo).

 

Instalaron un nuevo sistema informático y él,… era uno de ellos. Un chico sencillo, con un cuerpo normal, sin mucho pelo (pero no calvito aunque me hubiera dado igual que lo estuviera porque en aquel momento, hablaban los sentimientos del corazón y la frialdad de la mirada). Era agradable, simpático y muy dulce. Sus ojos eran de un color gris perla hipnóticos y su labios,… pufff, me hacían estremecer de la cabeza a los pies.

 

¿Cómo me fijé en él y no en otro? Pues muy sencillo. Con toda la instalación y todo el cableado nuevo pues yo me despisté tropezando sin querer, con un grupo de cables. El me cogió en plan película moña por la cintura y… ¡Me cautivo! (Si,… ya se lo que estáis pensando,… ¡¡¡EL PROTECTOR!!! Ese hombre que ves como un héroe solo por haberte salvado una vez de una caída menos dolorosa que una real. ¡Pues si! No os voy a engañar,… el titulo de héroe en mi mente lo tuvo durante mucho tiempo e incluso ahora, pese a todo,… lo sigue siendo para mi. ¿Qué soy tonta? Pues si porque el amor, nos guste o no, atonta y mucho).

 

Desde aquel momento quedamos varias veces para tomar un café o una copa después del trabajo (y cuando digo café y digo copa es sólo eso, tomar algo en un pub, en un bar o en una terraza y no ese concepto moderno que utilizan lo de “tomar un café” como sinónimo de verte con otra persona y si consigues que tenga un rato tonto,… pasártela por la piedra. ¡Un café es sólo un café! Le guste a uno a dos o ninguno. ¡Esa soy yo!).

 

Pronto le presenté a un par de amigas del trabajo. Yo quedaba con él y me contó que había vivido durante muchos años con una chica pero que al final, todo se quedó en agua de borrajas. Que lo había pasado muy mal y que ahora sólo buscaba divertirse (en aquel momento lo consideré tan tierno y como si fuera un osito de peluche que necesitara consuelo. ¡Fui una estúpida! Pero en mi defensa diré que yo estaba enamorada (si, una defensa pobre pero más real que cualquier otra)).

 

Seguimos saliendo varios meses sin que pasara nada hasta que un día, me invitó a su casa porque preparaba unos mojitos geniales. Yo le dije que llevaba la menta fresca. Cuando llegué a su casa todo era normal para un piso de soltero: pocos muebles, poca decoración, poco ambiente hogareño,… condones en el baño, encima de la mesita de noche, en el recibidor (esos si que me llamaron la atención pero sólo éramos amigos y punto). Como yo predije, tomamos copas, charlamos, vimos una peli y las cuatro de la mañana cada cual para su casa.

 

Al día siguiente me sentí muy bien, como si no quisiera forzar nada o es lo que mi mente se decía medio dormida todavía. No me había tirado ninguna indirecta ni nada pero,… que me invitara a su piso significaba que estaba interesado por mí. Cuando llegué a la empresa y fui al baño, mi realidad idílica, recibió un duro mazado. Estaba dentro cuando escuché una conversación entre dos compañeras. Una de ellas tenía novio y le decía a la otra que estaba con otro chico de la oficina. A mí nunca me han gustado los cotilleos pero,… merecía la pena escuchar ya que no sabían que yo estaba allí. La chica con novio decía que llevaba montándoselo con ÉL, mi ÉL, desde la primera semana que entró por aquí. Que no era muy guapo, que no era un tío con mucho brío en la vida, sino más bien soso y paradito en todo, pero que en la cama era una máquina, y que ella para lo que le quería, ya le bastaba.

 

¡No pude salir del baño! Noté el tintineo en el suelo de los pedazos de mi corazón roto.

 

Había quedado con él después del trabajo y le pregunté si estaba saliendo con alguien. Abiertamente me dijo que no pero que estaba enrollado con alguien, que sólo era sexual y que es lo que necesitaba en ese momento. ¡Sólo sexo! Segundo jarro de agua fría el que cayó sobre mi cuerpo aquel día.

 

Desde entonces, pese a que le amaba, poco podía hacer yo en su vida. El buscaba sexo, sin compromiso y ya está. Su vida le gustaba así y por lo visto,… siempre había sido así.

 

En fin,… aún le veo por la empresa y sigo sintiendo algo por él pero cuando alguien que no tiene nada sólo prefiere lo mínimo, es que su sangre no vibrará jamás por ti como vibra la tuya por él. ¿Una dura lección aprendida? ¡Claro que si! Pero al fin yo la he aprendido y sólo deciros que si encontráis a alguien así, con la sangre horchatada, corráis en sentido contrario. Si recibís el flechazo ya será tarde pero si no,… aún podréis huir de un dolor tan duro como la mayor puñalada jamás recibida. ¡Sólo es un consejo! Lo demás,… ya sabréis como es.

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